21 may 2015

Perritos Trotamundos - SEGUNDA PARTE

Semanas de planificación, preparativos y nervios, hasta que llegó el momento de agarrar maletas y partir.  Días antes ya teníamos listos todos los documentos, con certificados de vacunas al día y documentos de exportación aprobados, cancelamos los costos del agente aduanero, que muy eficientemente se encargó de todo el papeleo, así como de los controles veterinarios.

Esa mañana la iniciamos bien tempranito, previamente habíamos preparado un tratamiento natural con rescue remedy”  72 horas antes del  viaje, así como acostumbrar a los perritos a pasar toda la noche en las jaulas, ahora con las puertas cerradas.  Después de levantarnos, lo primero fue darles un paseo extra largo e intenso para que descargaran la mayor cantidad de energía posible y estuvieran cansados, pero sin permitirles dormir antes de volar.

Después del paseo, un desayuno contundente y un baño relajante.  Es muy importante cortar el consumo de agua y comida por lo menos 3 horas antes para evitar malestar, y llevarlos al baño justo antes de embarcarlos en las jaulas.  Para el medio día, los tres estaban bastante relajados.  Terminamos de adecuar las jaulas, con recipientes para agua y botellitas bien ajustadas, les coloque una toalla debajo un mat de yoga junto con sus colchas favoritas en la base y un juguete para cada uno.

Por último, una hora antes de que el agente llegara por ellos, se les administró una gravol para prevenir vómitos y provocarles un poco de sueño y 10 minutos antes de enjaularlos, les hice un masaje con aceite de lavanda relajante. 

A la 1:00pm llegaron a recogerlos para realizar el control de aduana previo.  Entraron a la jaula sin mucha objeción pero aun así, se ganaron un premio antes de partir.  Para este momento, mi corazón estaba en pánico, la sensación en mi estómago era insoportable, pero me mantuve lo más tranquila posible y preferí no despedirme, así que le toco a Julio darles el ultimo adiós antes de partir.

A las 3:00pm salimos nosotros para el aeropuerto, ya más tranquila y optimista no veía la hora de verlos otra vez.  El vuelo despegó en punto: 5:45pm, un despegue tranquilo y sin ninguna turbulencia.  Exactamente 1:15 horas después aterrizamos en destino y yo estaba segura que lo peor ya había pasado.

El proceso en aduanas al llegar, fue peor de lo que yo esperaba.  Se suponía que tomaría una o dos horas en el peor de los casos.  Aun no sé si fue mala suerte, la hora de llegada, falta de voluntad o la maldita burocracia; pero después de 5 horas retenidos en una bodega, sin poder verlos, darles agua ni comida y mucho menos poder sacarlos de las jaulas, la angustia y desesperación que sentíamos era inexplicable. 

Se nos informó que estaban “bien” (vivos) pero nos solicitaron cantidades de fotocopias y tramites que no esperábamos.  La actitud de los agentes fue fría e indiferente, hasta llegaron a insinuar que mejor los dejáramos ahí toda la noche y volviéramos por ellos en la mañana, porque de por sí “eran solo perros, no valía la pena preocuparse”. No puedo explicar la impotencia que sentimos, corriendo de arriba abajo completando papeleo y con la incertidumbre de cuanto más demoraría ese martirio.  A las 12:00 media noche, después de mucho suplicar, mis tres hijos fueron liberados cual mercancía y rápidamente emprendieron el último tramo del recorrido, rumbo a casa.
 
Llegaron desesperados, deshidratados y hambrientos.  Completamente desorientados, les tomó aproximadamente 30 minutos calmarse, solo después de subirse a la cama hubo  paz.  No tuvimos corazón para bajarlos, esa noche dormimos en manada, excepto Poderoso, que muy sereno y maduro se armó un nidito y decidió dormir solo.

Estoy consciente de la locura tan grande que mudarse a otro país con tres perros puede parecer, si me lo hubieran propuesto hace un tiempo, me hubiera reído de semejante absurdo.  Que si lo recomiendo? Me arrepiento de las horas tan angustiosas que deben haber pasado después de aterrizar, sin vernos ni saber si los habríamos abandonado, pero jamás podría seguir mi vida dejándolos atrás. Lo volvería a hacer? Lo dudo seriamente.  Valió la pena? Todo vale la pena cuando se trata de tenerlos acá conmigo y sobre todo después de ver que el cambio, a fin de cuentas les ha hecho bien y nuevamente son perritos plenos y felices.

Dichosamente los perros viven en el presente, ya lo peor pasó y ahora lo único que importa es que estamos todos juntos, en un nuevo hogar.

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