Muchos tienen dificultad para comprender el estrecho e intenso vinculo que
tengo con los perros. Todos hemos escuchado decir que el perro es el
mejor amigo del hombre, pero en casos de personas que han padecido de depresión,
dicha afirmación se vuelve aún más poderosa. Yo personalmente puedo dar
fé de esto y parte de mi amor a ellos surge del agradecimiento que les tengo.
La zooterapia o terapia
asistida con animales es un método alternativo utilizado en muchas
partes del mundo para tratar diferentes desordenes psicológicos y/o físicos,
entre ellos depresión, ansiedad, autismo, síndrome de stress post-traumático
(PTSD), reinserción de individuos con tendencias antisociales, problemas
relacionados a la vejez como artritis, rehabilitación tras accidentes
cerebro-vasculares, lesiones físicas, etc.
Si bien se ha utilizado la terapias
con perros desde el siglo XVIII, no fue hasta
después de la Segunda Guerra Mundial que se originó como una práctica
estudiada, y que recientemente ha incrementado su auge debido al éxito
evidenciado, principalmente con niños, ancianos y soldados veteranos.
Pero la belleza
de los animales es que no necesitamos "asistir"
a terapia, para obtener los beneficios de su compañía; basta con convivir
con ellos para poder ser parte de esa simbiosis de bienestar emocional.
Mi primera experiencia la viví a mediados de mis veinte, cuando tuve que
sobrellevar una crisis depresiva de casi 18 meses, los cuales se volvieron
eternos, sombríos y sumamente duros de afrontar. Puedo decir con certeza
que mis perros (en ese momento Chili y Brownie) me ayudaron a salir adelante y
hoy puedo contar mi experiencia.
Ellos hacen
posible que la sensación de soledad y miedo disminuya, además asumimos un compromiso
por su bienestar, lo que nos "obliga"
a mantenernos enfocados, a adquirir una rutina y a encontrar la fortaleza que
nos permita cuidar de otro ser vivo. Otro de los beneficios
de los animales en casos de depresión es que facilitan la comunicación sin que
el paciente se sienta juzgado, pues por lo general este empieza a conversar con
la mascota y puede llegar a expresar sus sentimientos sin temor a sentirse
humillado o menospreciado.
Para los
ancianos son una excelente compañía, fomentan la interacción con otros miembros
de la familia, las caricias e incluso los paseos y juegos favorecen la actividad física
y generan una sensación general de bienestar debido a la segregación de serotonina
y otros químicos. Por otro lado en los pacientes con autismo
pueden dar la sensación de relajación y serenidad mediante los mimos.
Los animales nos
ayudan a sobrellevar duelos y llenar vacíos, minimizan el miedo a estar solos,
nos brindan compañía en situaciones sociales que pueden generar ansiedad, nos
hacen reír con sus gestos y forma de ser y nos mantienen en constante relación
con el presente, el aquí y el ahora. Con Duba logre
manejar mucho mejor las crisis de ansiedad, y agorafobia que
me afectaron en algún momento, pues me forzaba a mí misma a salir a caminar con
ella y poco a poco fui capaz dejar atrás los temores, a su lado.
Y es que el amor
de los perros no conoce límites ni tiene condiciones, y que mejor remedio para
la tristeza que una sobredosis de amor! Los beneficios son
múltiples e innegables, pocas cosas nos hacen olvidarnos de un mal día como
pasar 5 minutos con nuestros queridos hijos. Nos vuelven activos, nos
ayudan a tener una mejor interacción con otros humanos y hasta regulan nuestra presión
arterial y química cerebral.
Así que como no
remunerarlos con la misma cantidad de amor y sobre todo con mucho
agradecimiento, especialmente tras un momento de crisis, pues solo habiendo
estado ahí y sintiendo su compañía, sabremos valorar la inmensidad de su
grandeza.