En este
mundo existimos dos tipos de personas:
Los que amamos a los perros
y los que no. Para los del segundo
grupo, hay cosas que parecen inconcebibles,
y probablemente a simple vista parezcamos locos ante sus ojos. Últimamente me he topado con algunos, lo que
me llevo a razonar sobre esos comportamientos que nosotros, los padres y madres
perrunos hacemos ya sin percatarnos.
1- HABLAR CON ELLOS: Diariamente y desde hace años
mantengo conversaciones con mis hijos, les hablo sobre las cosas que hacen bien
o mal, como me siento al respecto y les digo cuanto los quiero. Los regaño como si fueran a darme explicaciones
e incluso les pregunto qué quieren o prefieren.
No sé cuantas palabras de las que digo son capaces de reconocer, pero
estoy convencida de que entienden el tono
y captan palabras claves. Aunque
soy consciente que la comunicación
verbal es cosa de humanos, siento que logramos llegar a un punto intermedio,
que nos facilita la vida a todos.
2- COMPARTILES NUESTRA CAMA: Desde
pequeña escucho los sermones de mis papás, repitiéndome por qué no debo
compartir mi cama con los perros, desde la perspectiva médica y de salud hasta
los hechos más básicos sobre como muchas veces ensucian las sabanas con huellas
y pelitos. A mí no me importa, no me da
asco y no me molestan. He escuchado
gente decir que los aman pero el límite es la cama, y que no toleran sentir
olor a perro entre las sabanas. No sé si
los míos no huelen o ya estoy
acostumbrada, pero lo cierto es que todos los locos de los perros como yo que
conozco no tienen ningún prejuicio en dejar a sus peluditos subir a su lecho
personal.
3- PREOCUPARNOS POR SUS SENTIMIENTOS:
Como
madre perruna me declaro culpable de
sentirme culpable cuando los regaño, si en algún momento he perdido la
paciencia o si por accidente los he llegado a lastimar. El sentimiento es terrible, y peor aún si me
miran a los ojos. También me he
preocupado de lo que sentirán cuando los dejo mucho tiempo solos, si no los
puedo sacar a pasear o si me miran mientras como cosas que ellos amarían
probar. Sufro la pólvora por ellos, al
igual que las tormentas y si alguien les llega a hacer un desprecio, aun sin
ellos percatarse yo me lleno de enojo.
4- APRENDER A COMUNICARNOS SIN PALABRAS:
El vínculo es fuerte con todos, pero el poder más intenso de
comunicación lo llegue a tener con Chili, probablemente por su condición de
salud delicada, aprendí a leer cada gesto y reconocer cada mirada. Y así descubrí que experimentan todas las
mismas emociones que nosotros. Se
distinguir cuando están molestos, cuando están felices, cuando tienen miedo o
algo no les gusta. Distingo ojos de
tristeza, de dolor, de cansancio, de frustración, de celos, de enojo. Leo en sus cuerpos si están a punto de actuar
de manera agresiva, si han hecho algo malo y se sienten culpables, cuando
tratan de manipularme pero sobre todo reconozco en ellos el amor más puro sin
necesidad de escuchar un TE AMO.
5- VIVIR Y AMAR EN IGUALDAD: Hay muchas personas a las que les gustan los
perros, les tienen cariño y disfrutan compartir tiempo con ellos, sin embargo
continúan marcando una diferencia: SON ANIMALES o SON MASCOTAS, el título de ser inferior se mantiene tácito, por lo
que la relación emocional siempre será menos intensa. Yo los siento mis iguales, mi familia, jamás
podría percibirlos como distintos, por lo que sus prioridades y necesidades van de la mano con las mías y
las de mis otros seres queridos, así como el amor y respeto que les entrego.
6- EL GOZO DE LOS BESOS, ABRAZOS Y CARICIAS: Hay pocas cosas que me llenen
de más gozo que poder abrazar, besar y acariciarlos. Así: SIN ASCO. No me incomoda su olor, que me llenen de
pelos, las babas ni todas esas cosas, que para la mayoría de humanos no
perreros resulta asqueroso o tedioso. He
escuchado a muchos decir que a pesar del “aliento
a perro” de los besos babosos, eso no los detiene de tener estos gestos con
sus hijos. Percibimos el amor, la
alegría, el regocijo que experimentan ellos al vernos tras un largo día de
ausencia, y aprendemos a darnos cuenta que en este mundo de humanos, hay pocas
demostraciones de cariño más sinceras y nobles que las que recibimos de
nuestros perros…Y eso no tiene precio!
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