Semanas
de planificación, preparativos y nervios, hasta que llegó el momento de agarrar
maletas y partir. Días antes ya teníamos
listos todos los documentos, con certificados de vacunas al día y documentos de
exportación aprobados, cancelamos los costos del agente aduanero, que muy
eficientemente se encargó de todo el papeleo, así como de los controles
veterinarios.
Esa
mañana la iniciamos bien tempranito, previamente habíamos preparado un tratamiento
natural con “rescue remedy” 72 horas antes del viaje, así como acostumbrar a los perritos a
pasar toda la noche en las jaulas, ahora con las puertas cerradas. Después de levantarnos, lo primero fue darles
un paseo extra largo e intenso para que descargaran la mayor cantidad de
energía posible y estuvieran cansados, pero sin permitirles dormir antes de
volar.
Después
del paseo, un desayuno contundente y un baño relajante. Es muy importante cortar el consumo de agua y
comida por lo menos 3 horas antes para evitar malestar, y llevarlos al baño
justo antes de embarcarlos en las jaulas.
Para el medio día, los tres estaban bastante relajados. Terminamos de adecuar las jaulas, con
recipientes para agua y botellitas bien ajustadas, les coloque una toalla
debajo un mat de yoga junto con sus colchas favoritas en la base y un juguete
para cada uno.
Por último,
una hora antes de que el agente llegara por ellos, se les administró una gravol
para prevenir vómitos y provocarles un poco de sueño y 10 minutos antes de
enjaularlos, les hice un masaje con aceite de lavanda relajante.
A la
1:00pm llegaron a recogerlos para realizar el control de aduana previo. Entraron a la jaula sin mucha objeción pero
aun así, se ganaron un premio antes de partir.
Para este momento, mi corazón estaba en pánico, la sensación en mi estómago
era insoportable, pero me mantuve lo más tranquila posible y preferí no
despedirme, así que le toco a Julio darles el ultimo adiós antes de partir.
A las
3:00pm salimos nosotros para el aeropuerto, ya más tranquila y optimista no
veía la hora de verlos otra vez. El
vuelo despegó en punto: 5:45pm, un despegue tranquilo y sin ninguna
turbulencia. Exactamente 1:15 horas
después aterrizamos en destino y yo estaba segura que lo peor ya había pasado.
El proceso
en aduanas al llegar, fue peor de lo que yo esperaba. Se suponía que tomaría una o dos horas en el
peor de los casos. Aun no sé si fue mala
suerte, la hora de llegada, falta de voluntad o la maldita burocracia; pero
después de 5 horas retenidos en una bodega, sin poder verlos, darles agua ni
comida y mucho menos poder sacarlos de las jaulas, la angustia y desesperación
que sentíamos era inexplicable.
Se nos informó
que estaban “bien” (vivos) pero nos solicitaron cantidades de fotocopias y
tramites que no esperábamos. La actitud
de los agentes fue fría e indiferente, hasta llegaron a insinuar que mejor los dejáramos
ahí toda la noche y volviéramos por ellos en la mañana, porque de por sí “eran
solo perros, no valía la pena preocuparse”. No puedo explicar la impotencia que
sentimos, corriendo de arriba abajo completando papeleo y con la incertidumbre
de cuanto más demoraría ese martirio. A
las 12:00 media noche, después de mucho suplicar, mis tres hijos fueron
liberados cual mercancía y rápidamente emprendieron el último tramo del
recorrido, rumbo a casa.
Llegaron
desesperados, deshidratados y hambrientos.
Completamente desorientados, les tomó aproximadamente 30 minutos
calmarse, solo después de subirse a la cama hubo paz. No
tuvimos corazón para bajarlos, esa noche dormimos en manada, excepto Poderoso,
que muy sereno y maduro se armó un nidito y decidió dormir solo.
Estoy consciente
de la locura tan grande que mudarse a otro país con tres perros puede parecer, si
me lo hubieran propuesto hace un tiempo, me hubiera reído de semejante
absurdo. Que si lo recomiendo? Me
arrepiento de las horas tan angustiosas que deben haber pasado después de
aterrizar, sin vernos ni saber si los habríamos abandonado, pero jamás podría
seguir mi vida dejándolos atrás. Lo volvería a hacer? Lo dudo seriamente. Valió la pena? Todo vale la pena cuando se
trata de tenerlos acá conmigo y sobre todo después de ver que el cambio, a fin
de cuentas les ha hecho bien y nuevamente son perritos plenos y felices.
Dichosamente
los perros viven en el presente, ya lo peor pasó y ahora lo único que importa
es que estamos todos juntos, en un nuevo hogar.
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